Cafés de Buenos Aires: el adiós al Manhattan Club Grand Café del barrio de Belgrano, otro clasico que se va.

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Cafés de Buenos Aires: el adiós al Manhattan Club Grand Café del barrio de Belgrano, otro clasico que se va.

Los vecinos de Belgrano están asistiendo a la despedida de una construcción que se volvió icónica para el barrio: la cúpula que imitaba al edificio Chrysler de Nueva York y servía de remate al Manhattan Club Grand Café. El café, como tal, abrió en diciembre de 1995 en la esquina de Avenida Cabildo y La Pampa. Fue en el mismo lugar que había ocupado la antigua Confitería Salamanca. El cambio cultural que significó la década menemista también alcanzó a la gastronomía. Hasta entonces, el café, el bar, la pizzería y el restaurante eran opciones que se diferenciaban entre sí. Pero a partir de los 90, apareció el concepto de pizza café que pasó a cubrir todas las necesidades de la clientela y a toda hora. En ese período surgieron las famosas cadenas de pizzerías café como, por ejemplo, las que llevaban de nombre a ríos de España. Aunque la esquina de Cabildo y Pampa, en el epicentro de Belgrano, ostentaba otras aspiraciones.

Desde estas columnas sostengo que los nombres de los cafés son declaraciones de principios y fijan un rumbo que puede comulgar con el vecindario como terminar en un choque. O peor, en la indiferencia. Pues la elección de Manhattan Club Grand Café me exime de mayores comentarios.

En una nota periodística escrita por Alfredo Sainz para el diario La Nación, el empresario dueño de la cadena con nombre de ríos expresó: “Los pizza café fueron un formato menemista surgido como una reconversión de los tradicionales bares de gallegos de las esquinas”. Si para muestra sirve un botón basta un botón, aquí les dejo la mencionada Confitería. Y concluye el gastronómico fluvial: “El modelo del pizza café hoy es insostenible desde el punto de vista de costos. No hay local que pueda soportar el gasto de personal que significa tener un cocinero, un pastelero y un pizzero, por eso la vuelta a la especialización es inevitable”. Aclaración: el artículo fue publicado en 2012, para cuando el Manhattan Club Grand Café comenzó a otear los primeros nubarrones económicos en el horizonte.

¿Y cómo era este mega café de esquina de doble altura? El diseño llevó la firma del estudio de arquitectura Kicherer & Bardach. El propio Leandro Bardach explica la propuesta en sus redes sociales: “El ingreso es por la misma esquina/ochava de la avenida Cabildo y La Pampa, un enclave comercial de gran actividad. La doble altura bañada de luz que corresponde a la barra, la cascada y la gran claraboya, es como un nuevo exterior dentro del salón. Casi todo el perímetro que limita con la vía pública está aventanado (…) Todo el Grand Café honra no sólo al New York de los 30s y 40s, sino que expresa el signo social y político que Buenos Aires vivía en los dolarizados años 90”. Y para describir la barra escribe: “La barra bajo la cascada y el techo vidriado, forma un verdadero escenario para el servicio. Como continuidad de la cocina, es activadora y dinámica en la mejor tradición de la gastronomía. El acero inoxidable performa un art deco sobrio y eficaz”. Sin más.

Con el cierre del Grand Café está confirmada la desaparición de la cúpula. La demolición del local es inminente. Lo mismo ocurrió en su momento con el Manhattan cuando reemplazó a la Salamanca. Digo. La falsa cúpula de la Chrysler tuvo un comienzo no exento de polémicas entre viejos vecinos de Belgrano. Sin embargo, luego de tres décadas, se había convertido en un punto referencial para la barriada. Recuerdo que lo mismo le pasó al Obelisco, otro icónico símbolo del Art Decó, que tuvo repetidos intentos de demolición, pero que va camino a celebrar sus primeros cien años.

La comunidad se hizo eco de la inmediata demolición. En las redes sociales explotaron los comentarios del tipo “Golpe duro para la estética del barrio”, “Perjuicio a la identidad”, “Pérdida de una referencia cultural y arquitectónica para Belgrano”. En fin.

Pero la comidilla del barrio sirve para desempolvar otra historia. Una capa arqueológica oculta por el progreso ocurrida en la misma esquina de Cabildo y Pampa. En verdad, el hecho sucedió en la vereda de enfrente, en la noroeste, la que en la actualidad ocupa una entidad bancaria. En ese solar, hacia mediados del siglo XIX, existió la pulpería La Blanqueada.

Está claro el aporte que la institución Café legó a la historia de Buenos Aires. Como que, en las afueras de la antigua aldea, en terrenos descampados, fueron las pulperías quienes ayudaron a la consolidación de posteriores desarrollos urbanos que terminaron siendo barrios. Dijo James Scobie en Buenos Aires del centro a los barrios 1870-1910: “El almacén se convertía en el centro social, económico, político e intelectual de la comunidad (…) los nuevos vecinos concurrían no sólo en busca de crédito, alimentos y artículos del hogar, sino también en busca de ayuda y consejo para una cantidad de asuntos, dónde encontrar materiales de construcción, ideas para la edificación, lectura del diario, correo y conversaciones sobre problemas comunes y asuntos locales”.

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