Nuevos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que las mujeres se ven afectadas un 50% más que los varones en temas de salud mental, con trastornos como la depresión y la ansiedad que impactan en millones de vidas en todo el mundo.
En detalle, el informe señala que más de 1.000 millones de personas viven con trastornos de salud mental. Condiciones como la depresión y la ansiedad provocan enormes consecuencias humanas y económicas. A pesar de los esfuerzos de muchos países por reforzar políticas y programas de salud mental, se requiere mayor inversión y acción a nivel global para proteger y promover el bienestar psicológico.
Los trastornos mentales son extremadamente comunes en todas las comunidades, sin importar edad o nivel socioeconómico. Constituyen la segunda causa más importante de discapacidad de largo plazo, aumentan los costos de atención médica para individuos y familias, y generan grandes pérdidas económicas en todo el planeta.
Las mujeres, más afectadas que los varones
Según el reporte World Mental Health Today, las mujeres padecen un 50% más de trastornos como ansiedad y depresión. Las tasas de suicidio siguen siendo dramáticamente altas: en 2021 se registraron unos 727.000 fallecimientos, siendo una de las principales causas de muerte entre jóvenes.
Aun con esfuerzos globales, la reducción de estas cifras no es suficiente para alcanzar la meta de la ONU de disminuir en un tercio los suicidios hacia 2030.
El costo económico de la salud mental
La OMS advierte que el impacto económico es enorme. Depresión y ansiedad le cuestan a la economía mundial alrededor de 1 billón de dólares por año. A esto se suman las pérdidas indirectas por menor productividad, que superan ampliamente los gastos directos en salud.
El Mental Health Atlas 2024 revela que, si bien hubo avances en políticas desde 2020, solo el 45% de los países aplica plenamente leyes de salud mental en línea con los estándares internacionales de derechos humanos. Además, el presupuesto destinado a esta área sigue siendo apenas el 2% del gasto sanitario total, con desigualdades profundas: en países ricos se invierten hasta 65 dólares por persona, mientras que en los más pobres apenas 0,04.
Avances y deudas pendientes
Menos del 10% de los países adoptó un modelo de cuidado comunitario. Los hospitales psiquiátricos siguen siendo la base de la atención, con casi la mitad de las internaciones realizadas sin consentimiento y más del 20% que duran más de un año.
Lo positivo: más de la mitad de los países ya cuentan con programas de prevención del suicidio y de salud mental en escuelas. También crecen las consultas externas y la telemedicina, aunque el acceso sigue siendo desigual.
Un derecho, no un privilegio
La OMS insiste en que la salud mental no es un privilegio, sino un derecho para todos. Su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, lo resume así:
“La reforma de los servicios de salud mental es uno de los mayores desafíos de la salud pública. Invertir en salud mental es invertir en las personas, en las comunidades y en la economía. Ningún país puede ignorarlo. Cada gobierno y cada líder tienen la responsabilidad de actuar con urgencia y asegurar que la salud mental sea tratada como un derecho básico para todos”.