“Saquen una hoja”: por el uso de la IA, cada vez más docentes vuelven al examen escrito

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“Saquen una hoja”: por el uso de la IA, cada vez más docentes vuelven al examen escrito

Los relatos se repiten en las salas de profesores y en la conversación en las redes sociales: cada vez más docentes se encuentran con que los estudiantes les entregan trabajos prácticos, ensayos y parciales domiciliarios hechos íntegramente por ChatGPT o alguna otra herramienta de IA generativa. Algunos simulan no darse cuenta, otros están cambiando sus formas de evaluar. Y en ese proceso, volvió con fuerza a las aulas un viejo conocido: el examen escrito a mano, que solía comenzar con el clásico “saquen una hoja”.

La tendencia se observa en escuelas secundarias y en carreras terciarias y universitarias. Para muchos docentes, la vuelta al examen escrito se volvió la única forma de garantizar que quien responde es el estudiante, poniendo en juego sus conocimientos y sus habilidades cognitivas –y no copiando y pegando la respuesta del chat a la consigna–. A diferencia de tecnologías anteriores, como la calculadora o internet, la IA generativa permite delegar la tarea misma de escribir. Y escribir es pensar, como tituló hace unas semanas un editorial de la revista Nature.

Pero las aguas están divididas. Y hay docentes y especialistas que ven en el examen tradicional una situación –paradójicamente– artificial, que no suele reproducirse fuera de la escuela y la universidad: ¿en qué otro contexto una persona debe escribir a mano un texto en el que despliegue sus conocimientos sin asomarse a internet? Los estudiantes usarán la IA en la vida real, argumentan. Y plantean, en consecuencia, la necesidad de buscar otras formas de evaluar que incorporen el uso de la IA en el proceso.

Anabella Díaz es profesora de Lengua y Literatura, especialista en alfabetización y formadora de docentes. Hace poco les mandó a sus estudiantes –futuros docentes– una consigna que requería analizar en sus casas un video a partir de una guía de preguntas. “Solo dos alumnas hicieron el trabajo por sí mismas. El resto recurrió a la IA: copiaron la consigna, recibieron una respuesta y la entregaron tal cual”, sostuvo la docente.

Estas cuestiones se están discutiendo a nivel global, mientras cada vez más expertos advierten sobre un fenómeno que recibe distintos nombres: “deuda”, “delegación” o “sedentarismo” cognitivo. Anabella Díaz concluye: “En busca de hacer más ágiles ciertas tareas, todos empezamos a dejar de hacer cosas. En estudiantes en formación, ese impacto es mucho mayor, porque al usar la IA dejan de hacer actividades que comprometen procesos cognitivos valiosos. Ya estamos viendo los efectos de este sedentarismo cognitivo: están recurriendo a la IA para resolver problemas para los que no tienen herramientas. Entonces me parece difícil hablar de buen o mal uso: hay un único uso, el del salvavidas. Le tiran la tarea a la IA y ella los rescata”.

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